SOBRE EL CONOCIMIENTO DEL COMUNISMO POR PARTE DE LA CLASE OBRERA DE NUESTRO PAÍS.

Enrique Velasco

Dos escalones en dicho proceso.-


Tratando del proyecto de ordenación de la producción por parte de los obreros, hemos dicho que se compone, o que tiene, dos escalones.

Hablar de estos dos escalones es una forma de acercarnos al conocimiento de este proyecto. Lo mismo que hacemos para conocer mejor nuestro cuerpo. Separamos todos los huesos, en lo que llamamos el esqueleto, sacándolo del propio cuerpo y colgándolo de la pared para mejor estudiarlo, o pintándolo en un dibujo. Sabemos, sin embargo, que el conjunto de nuestros huesos, existe dentro de otro conjunto, que es nuestro cuerpo, y que separado de éste no tiene ningún sentido; si no es, precisamente, estudiarlo.

El primer escalón (el trabajo), y el segundo (las instituciones, o sea, el Estado), no se dan separados, sino que los separamos para estudiarlos y conocerlos mejor.

El trabajo, sin un Código Civil que diga de quién es la fábrica, sin un Estatuto de los Trabajadores, que diga cuales son los derechos de los obreros, sin unos tribunales que garanticen, que den efectividad, a esos derechos, sin un Código Penal que asegure el orden, no sería un trabajo real, concreto y reproducible.

El Estado (las instituciones) sin el trabajo diario de los obreros, no duraría un mes.

Es como el huevo y la gallina. Se les trata, de una manera graciosa (¿Qué fue primero, el huevo o la gallina?), como si fueran dos cosas separadas. Una gallina lleva los huevos dentro, y cada huevo lleva dentro una gallinita. No se les puede separar. Son la misma cosa evolucionando, funcionando, reproduciéndose.

Esto no nos lleva, por lo tanto, a colocar una cosa, junta a la otra, para ver cual es más importante. No son dos cosas. Es una cosa, que se reproduce, Y para su reproducción toma el apoyo del instrumento más adecuado. Quien se reproduce es la gallina. El huevo no se reproduce él; reproduce a la gallina. El sujeto protagonista es la gallina, el huevo es un medio.

El trabajo es el sujeto protagonista. La institución es un medio que el trabajo utiliza para mejor reproducir sus procesos.

Si esto lo vemos así, y un trabajador, con más razón, le ve así; el trabajo lo hemos de colocar siempre en el centro de nuestro análisis, de nuestros razonamientos. Las instituciones no son otra cosa que instrumentos que han de ser útiles a los trabajadores; es su función.

¿Qué pasa, por lo tanto, en el primer escalón? En el primer escalón, tanto del proyecto de los empresarios como en el de los obreros, está el trabajo pero, como hemos visto antes, no está el trabajo solo. Está el trabajo, ayudado por las instituciones para poder reproducirse, para poder repetirse cada día.

En el proyecto de los empresarios, en este primer escalón, está el trabajo y las instituciones, combinados, engarzados, de tal manera que, el trabajador toma la forma concreta de obrero, con las características y funciones que más atrás hemos visto: trabajador por cuenta ajena.

En el proyecto de los obreros, la combinación del trabajo con las instituciones, nos da la figura del trabajador colectivo por cuenta propia.

La reproducción, en el primer caso, da como resultado constante (cada día, cada mes, cada año), la existencia de obreros sujetos a las decisiones, a la dirección, al mando ajeno. Cada día entran en la producción, en el trabajo, como obreros, y cada día salen de ella con la misma condición.

En el segundo caso, en el proyecto de los obreros, cada día, cada mes, cada año, los trabajadores son menos obreros. Desde el momento que entran como socios en una cooperativa, dejan de trabajar por cuenta ajena, y eso ya les hace salir de la relación que les convierte en obreros.

Como vimos más atrás, los trabajadores se convierten en obreros cuando, no son dueños de sus medios de trabajo, y su proceso de trabajo está dirigido por el dueño de estos medios.

Por lo tanto, el paso primero para entrar en el primer escalón del proyecto de organización de la producción por parte de los obreros, es precisamente el que les hace dejar automáticamente de ser obreros, al convertirse en propietarios de sus medios de trabajo.

Con este primer paso, el trabajador (ya no es obrero) se coloca en una situación en que, al combinar su trabajo con las instituciones que intervienen en su reproducción, tiene en sus manos la posibilidad real de transformar su proceso de trabajo, de tal modo que pasa a participar, no solo en la propiedad de los medios de trabajo (que ya lo hace), sino en las decisiones referidas a la organización y a la dirección del mismo.

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